Empezar en la fe

La cuestión de si un creyente puede o no perder su salvación ha resultado en mucho tormento para muchos cristianos verdaderos. Sin embargo, la salvación no depende de nuestra fuerza o de la intensidad de nuestra fe, sino que descansa en la plena suficiencia de la obra del Señor Jesús a los ojos de Dios. Este libro expone de manera clara la base de nuestra salvación y facilita la comprensión de ciertos textos de la Biblia que a veces turban el creyente.

El bautismo. Los cristianos que quieren seguir al Señor Jesús se bautizan. ¿Por qué lo hacen? ¿Qué se expresa en el bautismo? Este libro da unas respuestas basadas en la Biblia. Será de interés tanto para el creyente que desea bautizarse como para el que ya fue bautizado en el pasado y quiere profundizar en su significado.

"Jesús le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios."Juan 3:3-5

"Tú cuentas mis idas y mis venidas... ¿no están mis lágrimas en tu libro?" (Salmo 56:9) El cristiano puede conocer la felicidad, aunque su vida vaya acompañada de lágrimas, sufrimiento, soledad, enfermedad, decepciones, rupturas o incluso de persecución. Dios ve y oye todas estas lágrimas, incluso los sollozos. Nos consuela, nos da respuestas amorosas. A través de Su Palabra, la Biblia, nos ayuda a sobrellevar la ira, la ansiedad, el miedo, la tristeza. En cambio, puede llenar nuestros corazones con paz, serenidad, valentía y alegría.

"Hombre de verdad, ¿quién lo hallará?" Proverbios 20:6"Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?" Proverbios 31:10¿Quién podrá responder como conviene, sino la Palabra de Dios? Sin embargo, aunque no exista un patrón, ella contiene directrices precisas a este respecto. La obediencia a la Palabra de Dios es indispensable para ser conducido por el buen camino. Esta es la actitud correcta que deben tener los jóvenes creyentes serios y piadosos.Con frecuencia, la elección de un cónyuge se hace en la juventud y no en la edad madura. La falta de experiencia en la vida es suplida por el sabio consejo de los padres o de quienes los sustituyan.

Guillermo llegó a casa muy sobresaltado. Era un domingo, cerca del mediodía. –¡Mamá!, ¡mamá! –gritó el niño mientras entraba con gran estrépito en la cocina. –¡Mamá!, ¿llamaron a la puerta esta mañana? –¿Qué quieres decir, hijo mío? –preguntó la señora Peña, que estaba ocupada preparando el almuerzo. –Quería saber si alguien llamó hoy a la puerta.

Con frecuencia leemos la Palabra de Dios de manera superficial, y esto es para nuestro perjuicio, sobre todo cuando se trata de enseñanzas relativas a la oración. El desconocimiento de los principales pasajes que se nos presentan en el Nuevo Testamento puede tener consecuencias nefastas para la vida espiritual, conduciendo al desaliento y a la incredulidad. ¿Quién de nosotros no ha experimentado esos sentimientos porque, aparentemente, su oración no tuvo respuesta?

“Si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24). “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor” (Apocalipsis 14:13). Cualesquiera que sean las causas de fallecimiento contadas por las estadísticas, sea que se muera en la cama, en el hospital o en la carretera… conforme a las Escrituras sólo hay dos maneras de morir.

Eran pasadas las tres y media cuando Daniel bajó corriendo por la escalera de su casa. Mejor dicho, no resistió la tentación de deslizarse por la barandilla; así que llegó en un instante. En el portal le esperaba Felipe, con un libro debajo del brazo. Tras un breve saludo, echaron a andar a buen paso.

La teoría de la salvación por medio de las obras agrada al ser humano porque en ella encuentra un elemento para gloriarse, creyéndose capaz de lograr por sí mismo su salvación. Recibir la salvación como un don de Dios humilla a los hombres que quieren adquirirla y no recibirla gratuitamente. Por tal razón tantas almas se privan de la salvación que se efectuó completamente en la cruz del Calvario, la cual ahora Dios ofrece, gratuitamente, a todo aquel que cree en Él.

¿Existe Dios? – La Biblia dice claramente que Dios existe. Es nuestro Creador y tiene gran interés en nosotros. ¿Cómo podemos entrar en contacto con Él? ¿Para qué vive el hombre? – El pecado ha corrompido nuestras vidas y les ha quitado sentido. ¿Debemos seguir así? ¿Dónde encontramos la paz y una vida verdaderamente satisfactoria? ¿Qué hay después de la muerte? – La muerte no es el final. Un día, todas las personas resucitarán. ¿Qué nos espera entonces? ¿El castigo eterno o la vida eterna?

La oración es la respiración anhelante del nuevo hombre, producida por la obra del Espíritu Santo, quien mora en todos los verdaderos creyentes. De ahí que hallar a alguien orando es verlo manifestando la vida divina en una de sus características más hermosas y conmovedoras: la dependencia.

Serie de cartas sobre temas importantes de la vida cristiana.

En el mundo no se puede negar la existencia de un principio que obra de forma vital, y que en todo tiempo ha incitado vivamente el odio y la oposición del hombre. Siempre ha sido así, desde los días de Abel hasta hoy. Este principio vital es la fe.

Primero vamos a tomar conciencia de dónde ha salido el «principio de la mentira». Los primeros hombres no tenían ningún motivo para mentir. Poseían todo lo necesario para ser felices. No tenían problemas, todo les pertenecía, gozaban de una comunión ininterrumpida con Dios. Pero existía alguien que había sido mentiroso desde mucho antes: el diablo. El Señor Jesús lo llama “padre de mentira” (Juan 8:44); él es la raíz del «principio de la mentira». Y a través de una mentira sedujo luego a toda la humanidad para que pecara (comparar Génesis 2:16-17 con 3:1, 4). Por eso cuando decimos una mentira, ¡andamos en las pisadas del diablo!

Nací en Rusia en el año 1863. Mi padre, que era un piadoso rabino de Polonia rusa, y fiel a las enseñanzas del Talmud, se esforzaba en seguir al pie de la letra los mandamientos de la Ley de la Torá. De esta manera esperaba justificarse ante Dios y recibir su bendición.

La noción de un Dios supremo, Creador de todas las cosas, es admitida de buen grado aun entre los pueblos no cristianos. Si este Dios supremo no se hubiera ocupado de su criatura después de haberla formado, habría permanecido en esferas alejadas sin ninguna relación con el hombre formado a su imagen y semejanza. Pero Dios se reveló.